Es muy frecuente ver en nuestro entorno jóvenes, solos o en grupo, pegados a sus smartphones. Sin entablar conversaciones. Sin apenas dirigirse la palabra más allá de un «mira este vídeo» o «mira este perfil«,… ahí están, en parques o transporte público consultando sin descanso las numerosas redes sociales, mirando las notificaciones de WhatsApp cada pocos minutos, jugando a todo tipo de juegos online que van desde el Candy Crush hasta el póker, e incluso participando en juegos de azar o realizando apuestas compulsivamente.

Hasta hace pocos años, la principal preocupación para mantener a los y las adolescentes dentro de unos hábitos saludables era que empezasen a fumar, y desde ahí, pasaran a beber y abusar del alcohol, hasta dar el paso hacia el cannabis. Ésta era una progresión frecuente, aunque no única ni necesaria, que captaba la atención tanto de familiares como de profesionales dedicados a prevenir o actuar cuando aparecían los problemas.

Sin embargo, este panorama ha sufrido un cambio radical con la aparición de los teléfonos móviles con acceso a internet, y todo lo que estos dispositivos permiten hacer desde la pequeñísima distancia del bolsillo a la mano y el escaso esfuerzo de unos pocos clics.

En pocos años, los profesionales del campo de las adicciones estamos contemplando un panorama completamente distinto, que además, se mueve y cambia a una velocidad vertiginosa, al ritmo del avance de esas mismas tecnologías digitales.

El poder de los smartphones y sus utilidades

¿Es el smartphone una fuente de adicciones o es la adicción?

Redes sociales, juego y apuestas, y teléfonos inteligentes pueden ser tres fuentes distintas que acaben en adicción. Sin embargo, también pueden ser tres formas de una sola adicción: la del dispositivo. Y es que estamos ante un aparato que ofrece infinidad de opciones a su propietario. El terminal móvil ofrece todo al usuario de una forma rápida y sencilla.

Y ahí radica su inmenso poder, su inmenso peligro en manos poco hábiles. Esos jóvenes vulnerables, esas chicas y esos chicos que en edades cada vez más tempranas (y con tan poco desarrollo todavía en habilidades como el control de los impulsos), tienen ya para sí uno de estos auténticos ordenadores en miniatura, y pueden zambullirse durante horas en múltiples redes sociales, pueden pasar otras tantas viendo vídeos de los que probablemente no recordarán nada al cabo de poco tiempo, o pueden incluso sentir la intensa emoción de hacer apuestas por casi cualquier cosa que haga más divertida la experiencia.

La peligrosa aceptación del uso de smartphones.

Por desgracia, no es extraño escuchar opiniones que relativizan la importancia y el posible impacto de todo esto, alegando razones como que son otro tipo de juegos, que es algo que ya forma parte de su mundo y que siendo instrumentos tan extendidos ya resulta poco más que inútil tratar de frenar su influencia.

Pero los profesionales de las adicciones no podemos ignorar algunos elementos que convierten a las redes sociales, el juego y las apuestas, y en general el uso de smartphones en un riesgo para la salud mental de los y las adolescentes, y la antesala de problemas de adicción con éstos y con otros disparadores.

Para cualquier especialista, resulta clave el poder de todo ello para generar evasión de forma sencilla y rápida, evasión de un entorno para esos jóvenes cada vez más difícil y poco prometedor, lo que los hace especialmente potentes.

Jóvenes utilizando sus smartphone sin hablar

Por otra parte, el diseño de los productos relacionados con las nuevas tecnologías (aplicaciones, redes sociales, vídeos cortos,…) lleva a una búsqueda de más y más, de contínuas recompensas que nunca satisfacen al usuario y únicamente refuerzan más el ansia, con lo que se empuja a una situación sin freno de aumento de su consumo.

No podemos ignorar tampoco las reacciones (agresivas, violentas, exageradas) de los y las usuarios/as cuando no disponen de sus dispositivos, o les son retirados los terminales o las aplicaciones de redes sociales. Todo esto acerca peligrosamente su uso y abuso a la adicción.

Por último, pero no menos importante, la negación de los problemas o las evidencias de que su uso es negativo es otro más de los aspectos con los que comparten terreno con la adicción.

Existen más elementos que relacionan estos dispositivos móviles, entornos y aplicaciones con las adicciones, pero no debemos olvidar que el fenómeno de la adicción no es exclusivo de sustancias que pueden ser consumidas. El cerebro humano es susceptible de sufrir un trastorno adictivo cuyas causas pueden residir en ingerir sustancias, pero también en realizar ciertas conductas, como comprar, comer, practicar deporte, sexo, jugar a las apuestas o usar dispositivos y redes sociales. Estamos ante las llamadas adicciones comportamentales o adicciones no tóxicas.

El primer paso para hacer frente a este tipo de problemas es darse cuenta y ser consciente de su presencia, porque quien no percibe o no admite que hay un problema, nunca aceptará ayuda para su solución.

Desde nuestro centro de tratamiento de las adicciones en Alicante sabemos que el creciente uso de los smartphones por parte de los usuarios más jóvenes puede conducir al desarrollo de problemas de juego y posterior ludopatía, así como su riesgo para la salud mental. Desde ADICTIA podemos decir que existen diferentes métodos de tratamiento que han demostrado su eficacia para resolver los problemas de adicción a estos dispositivos móviles, logrando reducir el número de horas dedicadas a su uso, el ahorro de importantes cantidades de dinero en pérdidas y la mejora de mucha de la sintomatología asociada a los problemas con las nuevas tecnologías.