En ocasiones, hemos leído y escuchado que los escenarios amenazantes, adversos y dramáticos incitan a las adicciones. Se viven momentos de incertidumbre, de pérdida, ya sea personal o material, falta de sueño, ansiedad, y otras situaciones que se convierten en un claro riesgo para la salud mental y para (re)caer en conductas destructivas.
Suele decirse que para quienes ya tienen una predisposición a las conductas adictivas, este escenario es un caldo de cultivo para que desarrollen una adicción.
Pero, ¿qué hay de cierto o falso en estas afirmaciones? ¿Hacemos bien generalizando las conductas de los ciudadanos? A través de este artículo en formato entrevista, el equipo de especialistas de ADICTIA, trata de explicar y ofrecer respuestas con argumentos reales basados en sus propias experiencias tras años de dedicación en el sector.
Contamos con los testimonios de Darío de la Encarnación, CEO de ADICTIA y director de tratamientos, y de David Bisetto Pons, Doctor en Psicología y profesor por la Universidat de València, Máster en Psicología Clínica, Psicólogo Forense y de Coparentalidad del Colegio Oficial de Psicólogos de la Comunitat Valenciana y, gracias a sus diferentes estudios y especialidades, colabora de forma muy estrecha en nuestro centro como Psicólogo General Sanitario experto en adicciones.
Ambos coinciden en la importancia que tiene, en momentos difíciles o post-traumáticos, tener un ambiente saludable, rodearse de gente positiva, acudir a especialistas en psicología y adicciones,… en definitiva, cuidar tu salud mental, para ayudar a superar y llevar mejor las situaciones desfavorables.
El impacto de las catástrofes en la evolución de las adicciones.
¿Son las catástrofes un desencadenante para iniciar una adicción?
Darío: Si y no. Lo explico porque es una pregunta compleja: Cuando se trata de consumo o adicción, desde nuestro centro de desintoxicación en Alicante, definimos estas situaciones como “acontecimientos activadores” y no como un desencadenante en si mismo.
En este caso, entenderíamos la catástrofe como aquello que sucedió y que a la postre terminará siendo el detonante u origen del posterior consumo. Sería la parte racional del porqué del consumo: No supo afrontar la situación y el consumo forma parte de la búsqueda de alivio.
No sería un desencadenante o acontecimiento activador en cuanto a que ninguno lo es necesariamente por sí mismo. Ninguno per se da lugar a una respuesta desadaptada semejante como la de un consumo.
Le pongo un ejemplo: Si usted perdiese todos sus bienes materiales de un día para otro, quizá usted a pesar de pasarlo extremadamente mal y de sufrir un verdadero shock emocional, terminaría por enfrentar la situación, tratar de poner soluciones, pedir ayuda y remontar esa situación. Sin embargo, hay personas que no eligen, no saben, o no son capaces de remontar, de elegir ese camino. Algunos de ellos personas adictas. Entonces, ante la misma situación, su respuesta es desadaptada y es entonces cuando eligen un vaso de vino, de cerveza, una raya, un porro, pastillas, el juego,… cualquier sustancia o conducta tóxica que desemboque o agrave una adicción.
En esencia, las personas reaccionamos de manera diferente ante el mismo acontecimiento y las personas adictas, habitualmente personas particularmente sensibles, tienen un riesgo superior al consumo o a sufrir recaídas en situaciones de alto estrés como es el caso de una catástrofe.
¿Cómo afecta una catástrofe como la reciente Dana de Valencia en quienes ya sufren una adicción?
Darío: Hablar de como responderían ante algo así las personas adictas, es decir, hacer este tipo de generalizaciones es un error en sí mismo. Cada persona, adicta o no adicta, es completamente diferente y su respuesta no necesariamente será la misma que la de otra.
Ahora bien, en nuestra experiencia, existen más posibilidades de que la respuesta de una persona adicta en consumo activo encuentre más razones o excusas para consumir ante una situación de crisis o de catástrofe.
Dicho eso, me gustaría ensalzar que tampoco sería la primera vez que nos encontramos que, ante semejante situación, la persona encuentra una buena razón para dar un vuelco enorme y cambiar su vida. Esa especie de epifanía que aunque raras veces ocurre, sucede. Podría sorprendernos en ese sentido.
Respecto a la afectación, les afecta exactamente igual que si le pasase a usted, a mí o a cualquier otra persona. El shock psicológico es el mismo que para cualquiera. El modo de enfrentar esa situación sería lo que fundamentalmente marcaría la diferencia entre una persona adicta en activo y una que no lo es. A la adicta le puede determinar, no solo afectar, a la que no lo es solo debería afectarle, no determinarle. Si bien es cierto que la mayoría de personas adictas no hacen una buena gestión de las emociones, tampoco podemos afirmar que todas las personas no adictas si que vayan a hacer una gestión emocional adaptada al suceso.
Las personas que ya son adictas, frente a una mala situación personal, económica o laboral, y viendo todo lo que les rodea, ¿varían su grado de consumo frente a la situación?
Darío: Sí, el grado de consumo puede variar muchísimo, pero las reacciones son muy variables y hasta antagónicas. Me veo obligado a responderle de manera muy parecida a su anterior pregunta. Depende absolutamente de la persona. Al igual que no existe una persona igual a otra, tampoco hay una persona adicta igual a otra.
Dependerá muy notablemente de la capacidad de afrontamiento de la persona, del tipo de adicción y del contexto específico que le toque vivir. Una catástrofe de semejantes dimensiones puede suponer un agravante para una persona que ya se encuentre en una situación de consumo que ya de por sí es grave.
Por otro lado, cuando se presenta una catástrofe como la ocurrida en Valencia, probablemente, las personas con problemas de adicción, acostumbradas a vivir el dolor en primera persona, siempre y cuando se encuentren en una situación que les permita actuar con libertad, serán algunas de las más empáticas y solidarias.
Con la incertidumbre que generan estos sucesos, ¿se reducen las posibilidades de recuperación de una persona con adicción?
Darío: Efectivamente, puede ocurrir un aumento del consumo como forma desadaptada de enfrentar el desastre acaecido y, por lo tanto, pueden reducirse las posibilidades de recuperación. Sin embargo, también pueden incrementarse si se produce una disminución del consumo como consecuencia de una situación económica o laboral precaria, pues esto supondría que la persona no consume o no lleva a cabo su conducta adictiva sencillamente porque no tiene con que dinero hacerlo. Por lo que no sería raro que decidiese no consumir y por lo tanto mejorase.
Como ve, la reacción de una persona va a depender en mayor medida de sus posibilidades económicas, su red de apoyo y su capacidad de afrontamiento de crisis para hacer frente a la situación.
¿Recibís llamadas por parte de las familias o los círculos de amistades que rodean a un adicto? Imagino la desesperación de una madre, padre, hermano o hermana, pareja, que han estado o están luchando por el cambio o la mejora de los hábitos, las conductas, y con esto ven entorpecido el proceso.
Darío: Al principio apenas recibimos, con el paso de los días cada vez más. La mayoría se centra en saber cómo deben comportarse y que tienen que hacer. Agradezco esta pregunta porque así aprovechamos para difundir algo que les digo a muchas familias, madres, padres y parejas generalmente y que entiendo es sano se le de voz.
A veces, más que saber lo que hay que hacer, es mucho más importante saber qué es lo que NO hay que hacer. Me explico: Lo que en ningún caso hay que hacer es tratar a esa persona adicta, sea un familiar, conocido, amigo, como alguien diferente o como algunas personas hacen, infantilizarlo. Precisamente eso es lo que no quiere sentir ninguna persona adicta.
A las personas que sufren adicciones, deben tratarles como tratarían a cualquier persona a la que le tenga cariño y desee acompañarle en su proceso, entendiendo que la adicción es una enfermedad, y que, como cualquier otra enfermedad, atraviesa sus fases y sus procesos. Es muy normal que esa persona en ocasiones experimente subidas, bajadas, consumos, recaídas… Es una carrera de fondo, no un sprint. Por lo que su apoyo con límites en el corto, medio y largo plazo será fundamental.
¿Cómo afecta a nivel psicológico una catástrofe de esta envergadura en la gente?
David: En términos generales, una tragedia de gran magnitud como la DANA vivida en Valencia, causa un impactante efecto psicológico en las personas y puede reflejarse en diversas formas.
Por un lado, el estrés repentino y el trastorno de estrés postraumático (TEPT) pueden surgir a raíz de vivencias traumáticas que provocan reacciones intensas de ansiedad, recuerdos intrusivos y una sensación duradera de inseguridad.
Paralelamente, aparecen sentimientos de desamparo y desesperanza. La sensación de falta de control puede agravar estados depresivos, en especial para aquellos que han sufrido la pérdida material, empleos o seres queridos.
En los momentos inmediatamente posteriores a la catástrofe, aumentan las conductas de afrontamiento no saludables. Como apuntaba Darío, algunas personas utilizan sustancias o conductas adictivas para aliviar el dolor emocional o evadir la realidad.
Muy frecuentemente, aparecen cambios en las relaciones interpersonales que pueden tener un impactante efecto sobre la unión familiar y social. Esos cambios pueden reflejarse en un incremento de los conflictos o, por el contrario, inducir al aislamiento emocional en lugar de fortalecer los lazos afectivos.
Finalmente, hemos visto mucho en las redes sociales el famoso “fenómeno del sobreviviente”. Implica que quienes logran salir indemnes de una tragedia pueden sentirse culpables por haber sobrevivido cuando otros no tuvieran la misma suerte.
¿Cuál es la importancia de la psicología o de los especialistas en conductas adictivas para afrontar una catástrofe?
David: El rol de la psicología y en particular de los profesionales en el campo de las adicciones es esencial por diversas razones.
En primer lugar, para la prevención de comportamientos adictivos. Los expertos podemos detectar tempranamente señales de dependencia o uso problemático de sustancias o conductas para evitar su cronicidad.
En esta línea, además, en momentos de extrema fragilidad o vulnerabilidad, como tras una catástrofe, realizamos lo que denominamos “intervención en situaciones críticas”. Los profesionales de salud mental, tenemos la capacidad de ofrecer técnicas para lidiar de manera saludable y efectiva ante el estrés, reduciendo las probabilidades de recurrir a sustancias o conductas adictivas.
Para ello, en ADICTIA, por ejemplo, es vital la colaboración entre las diferentes disciplinas. La integración interdisciplinaria garantiza un enfoque integral para abordar las necesidades psicológicas y sociales de las personas. Del mismo modo, su salud médica también se considera cuidadosamente, y esto incluye el tratamiento de problemas relacionados como la adicción.
Paralelamente, con un número tan elevado de afectados, se precisa la reparación del tejido emocional y social. Es aconsejable realizar numerosos tratamientos en la población, siempre mediante terapia personalizada. En ADICTIA todas las terapias individuales son personalizadas y, en algunas ocasiones, recurrimos a terapia con la familia, la pareja o allegados. El objetivo, entre otros, es promover la resiliencia y la recuperación emocional a través del apoyo mutuo.
¿Cuáles son las principales adicciones fruto de una catástrofe?
¿Podríamos decir que existe una serie de adicciones más recurrentes que otras para estos casos?
Darío: (risas) Podría remitirme al inicio de la entrevista. Sí y no jeje. Como en todo lo comentado, depende mucho del afectado,… además, habría adicciones de consumo o “químicas”, y adicciones comportamentales.
David: Correcto. Aún así, para resumir esta pregunta, se podría decir que las sustancias químicas que, con mayor probabilidad, se verán incrementadas serán: El alcohol, pues es el más común y de más fácil acceso. Los medicamentos psicotrópicos, especialmente los tranquilizantes. Y finalmente, el consumo de marihuana (THC), ya sea como otra forma más de evasión desadaptada o como falsamente se induce a creer, un facilitador del sueño nocturno.
Darío: Esto último que ha dicho es importante destacarlo porque aunque a algunas personas pueda ayudarles a dormir, a otras les va a generar el efecto contrario. La marihuana o cannabis, puede provocar interrupciones importantes en la fase REM del sueño, más allá de otras implicaciones y efectos que pueden darse con el tiempo, incluyendo aquí el desarrollo de tolerancia. Como en todos los consumos, dependerá tanto de la persona como de la variedad, en este caso, de marihuana consumida.
David: Con respecto a las adicciones comportamentales podríamos señalar el aumento de la adicción al juego como una vía de escape, y evidentemente, la adicción a las pantallas y redes sociales, en busca de información y conexión con el mundo. En el caso de ésta última, incluso las personas no afectadas por la catástrofe, verán incrementados sus tiempos de uso del móvil y pantallas en general.
Y ojo, estas adicciones afectan negativamente el bienestar emocional y físico de las personas involucradas. Además, también obstaculizan su habilidad para hacer frente de manera efectiva ante las secuelas de la catástrofe.
El papel crucial de los profesionales de la salud radica en fortalecer la capacidad de resiliencia y fomentar la adopción de estrategias saludables para afrontar y superar las consecuencias negativas de la catástrofe.
CONCLUSIONES: Catástrofes, psicología y adicciones.
Las catástrofes pueden actuar como “acontecimientos activadores” en el desarrollo de adicciones, aunque no son necesariamente desencadenantes directos. La respuesta al estrés que genera una catástrofe, como la DANA del litoral Mediterráneo, varía ampliamente entre las personas. Algunas buscan soluciones y apoyo, mientras que otras, especialmente las más sensibles, pueden recurrir al consumo de sustancias o conductas tóxicas como forma de aliviar el sufrimiento emocional en esos momentos de vulnerabilidad, ansiedad y desesperanza. Sin embargo, estas situaciones no determinan de forma uniforme el comportamiento de los individuos, ya que la reacción depende de la capacidad personal para afrontar la crisis.
En personas con adicciones preexistentes, las catástrofes pueden tanto agravar su consumo como provocar un cambio positivo en sus vidas. Aunque muchas veces la situación de estrés fomenta recaídas, no es raro que algunas personas encuentren en estas experiencias una motivación para transformar sus hábitos. Además, las reacciones ante una catástrofe dependen de factores como la gravedad de la adicción, las redes de apoyo disponibles y las condiciones económicas. Estas variables también influyen en las posibilidades de recuperación, que pueden reducirse o, paradójicamente, mejorar si las circunstancias obligan a limitar el consumo.
A nivel psicológico, los efectos de una catástrofe incluyen estrés postraumático, sentimientos de desesperanza y cambios en las relaciones interpersonales. Estas condiciones pueden llevar al uso de sustancias como el alcohol, medicamentos tranquilizantes o marihuana, así como al desarrollo de adicciones comportamentales, como el juego o el uso excesivo de pantallas. Los especialistas en psicología y adicciones desempeñan un papel crucial en la prevención, intervención y tratamiento durante estas catástrofes, ayudando a las personas a gestionar el estrés de forma saludable y a reconstruir su bienestar emocional.
En resumen, el impacto de las catástrofes en las adicciones es complejo y multifacético. Aunque pueden exacerbar el consumo en algunos casos, también ofrecen oportunidades para la resiliencia y el cambio. Enfrentar las repercusiones psicológicas y las dependencias relacionadas a un desastre demanda una aproximación completa que tenga en cuenta las vivencias individuales y los recursos personales y comunitarios de las personas afectadas. El apoyo adecuado, tanto a nivel individual como colectivo, es esencial para mitigar los efectos psicológicos y sociales de estas situaciones.